Friday, January 22, 2010

Le Petit Danny

     Danny, Petit Danny, pequeño gran pelotari que después de cuatro décadas (se dice fácil) se retira de las canchas, según leo en la magnífica entrevista hecha por Jesus Zulaica. Es fácil escribir sobre las grandes figuras, sus hazañas, la leyenda construida entorno a ellos. Hay, sin embargo, gente más corriente que pese a tener un mérito extraordinario pasan de largo sin suscitar apenas un comentario. Es injusto. La entrevista realizada por su amigo Txantxa es un homenaje más que merecido, una forma de hacer justicia, diría.


    No es fácil ser figura en el jai alai a pesar de estar físicamente bien dotado. Es un deporte muy exigente. Es complicado jugar muchos años, te tienen que respetar las lesiones, tener suerte en definitiva. Lo que ha hecho Danny, Petit Danny, es casi imposible, al alcance de unos pocos. Perdurar en el tiempo dándolo todo y con pocos recursos físicos. Tiene un mérito descomunal que siendo "poca cosa", algo más de metro y medio y 60 kilos de peso, se le considere "libra por libra" uno de los grandes de nuestro deporte merecedor, si existiera, de una plaza en el Hall of Fame del Jai Alai.
    ¿Qué ha contribuido a que Danny haya podido jugar tantos años dándolo todo?


   La suerte de contar con unas posturas idóneas (biomecánica) para desarrollar al máximo su potencial. Eso que se dice: "con menos no se puede jugar más". Lo que le ha permitido jugar cuatro décadas sin apenas lesiones. Insólito. 
    Hay algo más, creo yo. Danny refleja el espíritu de una época aquella en que lo competitivo era tan brutal que no quedaba más remedio que luchar y luchar por hacerse un hueco y cuanto más arriba mejor.


   Petit Danny llega a Florida verde, no "jugaba ni patrás", según sus palabras. Su único recurso es luchar y adaptarse o marcharse a casa. Survival of the fittest. En aquella selva que era el jai alai en los 70s y 80s las fieras se comían los más débiles. Y Danny aprende a luchar porque quería y necesitaba a toda costa mantenerse en aquello que le apasionaba, el jai alai, y cuanto más arriba, mejor. 


  Danny ha dejado atrás contrincantes, intendentes, frontones, huelgas. Hace diez años confesaba al Hartford Courant que se "acabó", se iba a casa. Danny, sin embargo, continuó, a la primera oportunidad volvió y siguió luchando, diez años más. Sí, ya lo sé, más de uno dirá, ¿donde se gana más que en el frontón? Cierto. Hasta cierto punto. En el caso de Danny hay algo más también. Ése espíritu luchador que le facilita el continuar con dignidad. Enfadándose, soñando por jugar las de arriba, aunque sea de suplente en la última, cuando la mayoría desea irse a casa cuanto antes.
   Nos podemos fijar en las estrellas que ha dado el jai alai, pero si queremos encontrar lo mejor que ha dado el deporte, Danny es el ejemplo. 

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