La noche del viernes pasado fue una noche para disfrutar aunque la fiesta no resultara completa. Foronda y Lopez se encargaron de poner las cosas en su sitio. Para una gran mayoría eran los favoritos para proclamarse Campeones del Mundo y cumplieron los pronósticos batiendo sin piedad a Egiguren II y Felix. La noche del viernes pasado en Markina fue, sobre todo, la noche de Imanol Lopez, Superlopez. El pelotari de Jai-Alive dejó claro quién es el número uno de la zaga actual, a sus 25 años ejerce un dominio sólo cuestionado por otra gran figura como es Irastorza.
La cancha de la Universidad de Markina no es una cancha rápida, más bien es lenta para lo que se conoce hoy día. Las pelotas que en otra cancha pueden parecer excesivas se adaptan bien a las paredes del recinto. Foronda y Lopez, además, partían con la ventaja de la temperatura exterior, del frío invernal, que provoca un tiempo seco que hace que las pelotas anden menos. Así y todo, Foronda y Lopez buscaron en todo momento las pelotas más muertas, sabían donde hacer daño, traían la lección bien aprendida. Desde el inicio de la contienda Lopez se puso el uniforme de Superlopez e impuso un ritmo de juego demoledor. Esas líneas de revés, auténticos obuses que machacaban una y otra vez la zaga contraria, esos derechazos que evitaban constantemente al delantero contrario. Esa seguridad pasmosa que transmite la sensación de no existir pelota difícil para él. Su colocación sobre la cancha es admirable. Ese gesto de corrección cuando le viene la pelota encima y la deja pasar para rebotearla con total soltura. Me recordaba al gran Patxi Txurruka. Es un placer ver jugar a Lopez, Superlopez. Otra virtud del pelotari de Zumaia es que hace lucir a su delantero. Foronda hizo un partido correcto, apenas cometió algun fallo y, por lo demás, hizo lo que debía, aprovechar el dominio de su zaguero y acabar el tanto. Sin desmerecer en nada a un modelo de profesional como lo es Foronda --pocos se toman la profesión tan en serio como él-- este Campeonato Lopez lo habría ganado con cualquier delantero que ha participado en él. Ése es el gran mérito de los campeonísimos.
Por otro lado, la noche parecía propicia para la épica. Felix, una figura del jai-alai, a sus 47 años disputaba una final del Campeonato del Mundo. Parte del público confiaba en ver ganar a su ídolo y así lo expresaba jaleando en cada tanto hecho por "Rocky" Felix. Sin embargo, hasta los más leales e incondicionales de sus seguidores se dieron cuenta de que todo obedecía a un deseo, una reacción emocional propia de la ficción, que del mundo real. Lopez, Superlopez, con sus pelotazos se encargaba de hacer añicos el sueño de aquellos que soñaron hasta los momentos previos al partido. Felix, el poderoso derechista que hasta no hace muchos años hacía estragos con su derecha, se vio a lo largo de todo el partido acorralado al fondo de la cancha, ese lugar infernal donde nada es posible salvo la defensa heroica. Felix castigado contra las cuerda parecía el "Rocky Balboa" de Stallione. Hizo lo que pudo y lo hizo de maravilla, cubrió la chula y soltó unos buenos pelotazos con el revés. Su derecha sigue siendo una hermosura, de libro de texto del jai-alai. Su pegada, sin embargo, apenas hace daño. Ya no es el noqueador de otros tiempos que con una serie de derechas traía por la calle de la amargura a sus contrarios. La pasada noche del viernes Foronda se lo agradeció.
Egiguren II, su delantero, días antes al partido prometió jugar agresivo y atacar a Foronda. Declaraciones que alimentaban la esperanza para aquellos que soñaron en ver a Felix convertido en el "Rocky" de Stallione en plan ganador, un sueño. Todo quedó en una declaración de intenciones. El expelotari de Dania hizo lo que pudo y lo hizo de maravilla cuando se desenvolvía en su terreno, firmó una serie de remates de costado y unos pelotazos de rebote sólo al alcance de los mejores. Poco más pudo hacer. Tras el partido me embargó una sensación de que a menudo exigimos a los pelotaris jugar de una manera que no pueden porque no son capaces.El ansia de asistir a un gran encuentro donde la épica y la sorpresa tengan cabida no es suficiente. Foronda y Lopez salieron a ganar y lo hicieron de forma contundente. Además, tengo el convencimiento de que lo hubieran hecho con cualquier tipo de material. La noche del viernes pasado quedó claro que es prácticamente imposible batir a Superlopez, salvo que enfrente tenga a Goikoetxea o Irastorza en la combinación que los intendentes estimen oportuno.
La cancha de la Universidad de Markina no es una cancha rápida, más bien es lenta para lo que se conoce hoy día. Las pelotas que en otra cancha pueden parecer excesivas se adaptan bien a las paredes del recinto. Foronda y Lopez, además, partían con la ventaja de la temperatura exterior, del frío invernal, que provoca un tiempo seco que hace que las pelotas anden menos. Así y todo, Foronda y Lopez buscaron en todo momento las pelotas más muertas, sabían donde hacer daño, traían la lección bien aprendida. Desde el inicio de la contienda Lopez se puso el uniforme de Superlopez e impuso un ritmo de juego demoledor. Esas líneas de revés, auténticos obuses que machacaban una y otra vez la zaga contraria, esos derechazos que evitaban constantemente al delantero contrario. Esa seguridad pasmosa que transmite la sensación de no existir pelota difícil para él. Su colocación sobre la cancha es admirable. Ese gesto de corrección cuando le viene la pelota encima y la deja pasar para rebotearla con total soltura. Me recordaba al gran Patxi Txurruka. Es un placer ver jugar a Lopez, Superlopez. Otra virtud del pelotari de Zumaia es que hace lucir a su delantero. Foronda hizo un partido correcto, apenas cometió algun fallo y, por lo demás, hizo lo que debía, aprovechar el dominio de su zaguero y acabar el tanto. Sin desmerecer en nada a un modelo de profesional como lo es Foronda --pocos se toman la profesión tan en serio como él-- este Campeonato Lopez lo habría ganado con cualquier delantero que ha participado en él. Ése es el gran mérito de los campeonísimos.
Por otro lado, la noche parecía propicia para la épica. Felix, una figura del jai-alai, a sus 47 años disputaba una final del Campeonato del Mundo. Parte del público confiaba en ver ganar a su ídolo y así lo expresaba jaleando en cada tanto hecho por "Rocky" Felix. Sin embargo, hasta los más leales e incondicionales de sus seguidores se dieron cuenta de que todo obedecía a un deseo, una reacción emocional propia de la ficción, que del mundo real. Lopez, Superlopez, con sus pelotazos se encargaba de hacer añicos el sueño de aquellos que soñaron hasta los momentos previos al partido. Felix, el poderoso derechista que hasta no hace muchos años hacía estragos con su derecha, se vio a lo largo de todo el partido acorralado al fondo de la cancha, ese lugar infernal donde nada es posible salvo la defensa heroica. Felix castigado contra las cuerda parecía el "Rocky Balboa" de Stallione. Hizo lo que pudo y lo hizo de maravilla, cubrió la chula y soltó unos buenos pelotazos con el revés. Su derecha sigue siendo una hermosura, de libro de texto del jai-alai. Su pegada, sin embargo, apenas hace daño. Ya no es el noqueador de otros tiempos que con una serie de derechas traía por la calle de la amargura a sus contrarios. La pasada noche del viernes Foronda se lo agradeció.
Egiguren II, su delantero, días antes al partido prometió jugar agresivo y atacar a Foronda. Declaraciones que alimentaban la esperanza para aquellos que soñaron en ver a Felix convertido en el "Rocky" de Stallione en plan ganador, un sueño. Todo quedó en una declaración de intenciones. El expelotari de Dania hizo lo que pudo y lo hizo de maravilla cuando se desenvolvía en su terreno, firmó una serie de remates de costado y unos pelotazos de rebote sólo al alcance de los mejores. Poco más pudo hacer. Tras el partido me embargó una sensación de que a menudo exigimos a los pelotaris jugar de una manera que no pueden porque no son capaces.El ansia de asistir a un gran encuentro donde la épica y la sorpresa tengan cabida no es suficiente. Foronda y Lopez salieron a ganar y lo hicieron de forma contundente. Además, tengo el convencimiento de que lo hubieran hecho con cualquier tipo de material. La noche del viernes pasado quedó claro que es prácticamente imposible batir a Superlopez, salvo que enfrente tenga a Goikoetxea o Irastorza en la combinación que los intendentes estimen oportuno.
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